Muchas personas han visto o oído algo sobre Karate a lo largo de sus vidas y piensan que esta palabra se traduce en poder y violencia. El desconocimiento de esta forma de vida y de las culturas orientales donde tomaron forma aportan a una interpretación incorrecta, pues lo juzgamos y clasificamos todo a través de nuestros cánones socioculturales, sacándolo fuera de contexto.

Estos sistemas marciales que en apariencia diferentes guardan una misma raíz de donde realmente emana la fuerza del practicante que no es otra cosa que su espíritu compuesto por su mente y cuerpo.

Mientras se entrena adecuadamente al cuerpo, este educa a nuestra mente y la mente fortalece al espíritu a través de la tribulación a causa de todos los sacrificios que conlleva el buscar la perfección y como única meta el conocimiento de nuestro propio mundo que es el cuerpo. No se piensa o compite con nadie, se busca apartar de la práctica los patrones sociales que frenan el crecimiento interno generado por los valores impuestos por personas con intereses puramente materiales que afectan todos los estratos sociales deformando nuestra percepción de los verdaderos valores morales.

La formación de un Karateka depende de un buen mentor. Durante su guía descubrimos los caminos borrados por las hojas del tiempo, vemos otras puertas que nunca percibimos y comprendemos que el Karate no es para golpear es para formar una mente recta. Entre otras cosas aprendemos a aceptar y a conquistar los traspiés de la vida de manera más humana. El entrenamiento en Karate es largo y arduo; para algunos hasta abusivo, pues exponemos al cuerpo a entrenamientos que para algunos sobrepasan los límites humanos. Todo tiene un propósito, es como forjar una espada. Esta pasa por fuego hasta llegar a ser una pieza exquisita en las manos de un artesano. Un filo impecable, nuestro cuerpo y la mano que la maneja, nuestra mente. Mientras hace un tiempo atrás sólo era una idea del artesano.

El Karate del que se habla acá fallece. Muchos de los que tratan de enseñarlo sólo piensan en sus metas personales y la calidad de la técnica instruida contaminada y deteriorándose por todas las condiciones sociales que se reflejan a través de todo el mundo. Lamentablemente muy pocos tendremos la oportunidad de recibir parte de este hermoso arte de increíble belleza y profundos e inimaginables conocimientos. Todo gran conocimiento viene con una gran responsabilidad y es por esto que este conocimiento va a perecer en el tiempo, pues este arte no fue creado para lastimar sino para preservar la belleza que todos llevamos dentro, pero cada día que pasa, más escondida, más inalcanzable.